25 de Octubre de 2010
Como todos los días, mi primera labor fue subir hasta el aprisco de las ovejas para soltarlas y que se pongan a comer la abundante hierba, que para eso las tenemos. Debieron de dormir bien porque no recibí ninguna queja y salieron al campo a toda velocidad. Ya me tocaba hacer labores de limpieza y recoger el estiercol. Llene un remolque (las muy cagonas) que esparcí en la pequeña huerta que tenemos y que ahora está casí en su totalidad en barbecho. Durante el camino entre uno y otro lugar, se em rompió el manillar de la mula mecanica que jala del remolque. Lo reparé de fortuna para poder terminar esta tarea. Luego, antes de seguir con la rutina, me acerqué a la nave donde tenemos el taller – almacén para soldar la pieza rota (en este «oficio» hay que hacer de todo un poco).
Luego le toca el turno a los perros que hacen una sola comida y siempre se la doy por la mañana, porque los mastines gastan mucha energía por las noches que es cuando despligan su mayor actividad. Pero no es tan fácil como parece, porque esto es como la jungla. Tengo que entretener a las ocas para que no le disputen la comida a los perros. Las camelo con un poco de cebada y las encierro en un amplio semi-cercado del que terminan saliendo, pero cuando los perros ya han comido.
El resto de las aves: gallinas, pavos y pavos reales toman un ligero desayuno, para que el resto del día se lo pasen caminando en busca de bichitos, y escarbando en la tierra.
Una vez terminadas las labores de granjero, me decido a cambiar a leñador, porque tenemos toda la poda del pasado año sin picar -se nos echó encima el verano donde está prohibido ejecutar trabajos que puedan producir chispas- y ya se avecina el frio del invierno. Toda nuestra calefacción es a base de leña. Así que me pongo las botas de seguridad, saco la motosierra, su gasolina, el aceite para la cadena, la lima para afilarla… Cargo todo el la «carrocita», lo llevo a la zona donde está la «tarama» y me pongo manos a la obra. En en par de horas lleno el remolque, vuelvo a la casa y meto toda la leña en su leñera. ¡Uf, como tengo los riñones!
Bueno ya he echado la mañana. Los trabajos rutinarios de la tarde los contaré otro día.
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